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Historia del abanico

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Sabiendo de antemano que el abanico es un objeto universal y milenario, intentemos hacer un pequeño recorrido geográfico e histórico de su origen: 

De la historia antigua del abanico, no son muchos los datos que se poseen, aunque desde muy pronto y en lugares diversos aparecen abanicos utilizados por todos los pueblos de la antigüedad.

El origen del Abanico posiblemente, se encuentra en el Egipto de los faraones. Pinturas de hace más de 3.000 años muestran abanicos de plumas de avestruz. En la tumba de la reina Hetep se halló uno elaborado con hojas de loto, y en un sarcófago en Tebas se encontraron abanicos de plumas de ave y hojas de palmera.

Los griegos también usaron abanicos fijos, así aparecen en las manos de las celebre estatuilla femeninas de Tanagra (IV-III antes de Cristo).

En Roma tenemos escritos de grandes autores clásicos como Plauto, Marcial ,Terencio y Ovidio que citan en sus escritos la utilización de este utensilio, tanto para abanicarse como para espantar las moscas.


No obstante tenemos que detenernos en Oriente para estudiar y analizar este universal artefacto :

Aunque los propios japoneses dicen que los abanicos provienen de China que, a su vez, los recibió de Corea en el siglo VI a.C. Japón los denomina uchiwa y sigue siendo una costumbre en ciertas regiones regalarlos en ocasiones especiales o intercambiarlos entre las parejas de novios. 

Para cada momento y según el lugar en que se utilicen, reciben un nombre concreto: los valientes samurais usaban los jinsem, fabricados con plumas de faisan y pavo real; en los bailes palaciegos las damas llevaban los miogi, adornados con cintas de seda y pedrería y cuando acudían al teatro llevaban el chukei que les servía para abanicarse y como antifaz. Los rikyu ogi eran utilizados exclusivamente en la ceremonia del té y reciben este nombre en honor al mayor y mas famoso maestro de este arte japones: Sen No Rikyu (1522-1591).

Japón reivindica la invención de los abanicos plegables a través de una leyenda milenaria que cuenta que una noche de calor en que las ventanas  permanecen abiertas, un murciélago se metió en la habitación donde dormía un matrimonio de condición humilde, fabricantes de abanicos; la mujer, asustada, le pidió al marido que echara al intruso y al sacudirle para que se fuera le empujó contra la llama encendida y medio chamuscado, cayó al suelo.  El laborioso japonés observó las extremidades del murciélago, cuyas membranas se pliegan y despliegan, sujetas por los fuertes nervios y tendones; entonces concibió la idea de fabricar un abanico imitando las alas del animal para que se pudiera abrir y cerrar. Hay un hecho a favor de la verosimilitud de esta leyenda: a los más antiguos abanicos plegables se les conoce en el Japón con el nombre de komori, palabra que quiere decir murciélago. 

Mucho tiempo antes, otro relato lleno de poesía nos indica como nació el primer abanico rígido de manos de la bella Kan-Si, hija de un mandarín muy poderoso, durante la Fiesta de las Antorchas. Dicen que el calor era tan intenso que la doncella tuvo que quitarse la máscara que cubría su rostro, pero como el pudor le impedía exponer su hermosura, la agitó para darse aire, con movimientos tan rápidos, que no permitió a los hombres reconocerla y el resto de mujeres que la acompañaban encontraron felicísima la ocurrencia y agitaron igualmente sus máscaras para mitigar el insufrible calor.

Ambos relatos, aun dudando de su fiabilidad, no dejan de tener un aire de verosimilitud y, cuanto menos, son curiosos por su ingenuidad. De cualquier modo, no cabe duda que los abanicos orientales cuando llegaron a Europa tuvieron un gran éxito y cualquier reina, princesa o dama de la corte deseaba tenerlos y exhibirlos como signo de distinción.

Lo abanicos llegan a occidente, siguiendo el camino de las rutas comerciales abiertas por España y Portugal. En principio era un objeto caro y raro del que sólo las damas de alto linaje podían gozar, pero pronto surge una gran industria abaniquera que se extiende por toda Europa que copia y fabrica el modelo plegable.

Son precisamente estos procesos preindustriales los que permiten que el abanico se popularice y pueda ser adquirido por todos las capas sociales. En el siglo XVIII, con la extensión generalizada del abanico, se produce también una variedad de formas y colores inusitada. 

En Francia lo introduce Catalina de Médicis, y en un principio es usado por las damas para retocarse, al ponerle al abanico un pequeño espejo. También es usado por Enrique III, hasta hacerse indispensable en el atuendo de las señoras. Así es como el abanico alcanza su esplendor en el siglo XVIII. Es denominado 'El rey de los salones', y es considerado el emblema de la coquetería. Con la Revolución Francesa aparece lo que se podría considerar el primer abanico publicitario, o mejor dicho, de propaganda política, en el cual aparecen los ideales revolucionarios junto con la escarapela tricolor y un retrato de Lafayette.

Pese al creer popular, la existencia y uso del abanico en España no se remonta a épocas muy antiguas. Aunque si que es cierto que en su lugar se utilizaban otros instrumentos rígidos que ayudaban a mitigar el calor de nuestras tierras. Por tanto, no hay que insistir en que los abanicos que se usaron hasta que se abrieron las rutas comerciales con Oriente a finales del siglo XV eran rígidos en su forma. Cuando hicieron su aparición los primeros abanicos plegables, éstos se introdujeron en Europa a través de España. La innovación que aportó el nuevo diseño fue rápidamente copiada y se inició su fabricación primero en España, y luego en el resto de Europa. Con todo, los maestros abaniqueros italianos y franceses superaron paulatinamente la factura española debido a la perfección con que trabajaban y a las medidas protectoras de sus respectivos gobiernos. En la actualidad, sin embargo, estos países ya hace tiempo que dejaron de fabricar abanicos, mientras que en España aún perdura la artesanía abaniquera.



La industria en España tuvo diversas dificultades hacia finales del siglo XVII, cuya causa principal fue la falta de perfección de innovación técnica con respecto a los otros países. En un menor grado fue también determinante la falta de protección del gobierno. 

En tiempos de Carlos II se intenta remediar esta situación; en 1679 se quiere reforzar la industria abaniquera española, poniendo trabas a la entrada de abanicos de Francia e Italia y modernizando los talleres. Es significativo que el Marqués del Carpio reciba el encargo real de buscar en el extranjero algún buen maestro que conozca todos los secretos del oficio. Fruto de este encargo fue el establecimiento, ya en el siglo XVIII, de un maestro abaniquero que enseñaba el oficio en la Red de San Luis de Madrid. 

Bajo la protección del Conde de Floridablanca se instala en España un maestro francés, Eugenio Prost, con el fin de instalar una fábrica de donde salieron toda clase de abanicos con la misma calidad y  diseños que los se confeccionaban en los otros países de Europa.

A finales del siglo XVIII ya se fabrican abanicos en toda España, aunque el mayor centro de producción estaba radicado en Valencia. También en este siglo se consolida un gremio de abaniqueros de ámbito nacional. La culminación de todos estos esfuerzos en favor de la industria abaniquera se produjo en el año 1802 con la inauguración de la Real Fábrica de Abanicos. 

Al llegar el siglo XIX la industria del abanico en Levante es una de las primeras de Europa, cuya producción mostraba ya señales de declive. El uso del abanico en España estaba por entonces tan extendido que el escritor francés Teófilo Gautier llegó a escribir "nunca, he visto una mujer sin su abanico. La sigue a todas partes, hasta en la iglesia, las veo en grupos de todas las edades, arrodilladas o sentadas, con zapatos de tela, rezan y se abanican con el mismo fervor". 

La influencias de la moda y la entrada de nuevas costumbres hacen que decaiga la demanda, pero aun así, por los condicionantes climáticos de España, ha perdurado el uso del abanico no sólo como elemento de adorno y moda, sino también por necesidad. 

De ahí que, no sólo sea utilizado desde siempre tanto por las mujeres como por los hombres, aunque éstos hasta principios del siglo XX utilizaban abanicos más pequeños que guardaban discretamente en los bolsillos de sus levitas.

En la actualidad, en el umbral del siglo XXI, existe en Valencia una floreciente industria abaniquera que exporta a todo el mundo. El estilo de los abanicos que salen de sus talleres es muy variado, ya que recopilan y se inspiran en modelos que van desde los más antiguos hasta los que representan pinturas de los artistas mas vanguardistas.


Sabía que...?

     

- En tiempos de Luis XV, rey de Francia, la etiqueta prohibía a las damas de la corte abrir sus abanicos en presencia de la reina, a no ser que lo utilizaran como bandeja para ofrecerle algún presente.

- En el municipio español de Calañas (Huelva, España) se fabricaban a principios del siglo XIX los abanicos más sencillos del mercado: varillas simples sin decoración, y clavillo.

 

- La Casa Kimmel de Londres fue la inventora e introductora en Europa de los abanicos de olor, cuyo varillaje de madera impregnaban de fragancias suaves y muy duraderas. Pero no podemos olvidar que China, Japón y Corea venian cultivando este refinado arte del perfume desde mucho tiempo atrás. 

- En algunos abanicos de gran lujo se sustituía el clavillo por un diminuto tubo de oro, lleno de esencia de rosas e incluso de mortal veneno que sería utilizado después en múltiples episodios de intrigas cortesanas.

- Los abanicos plegables fueron conocidos en Europa a principios del siglo XV, procedentes de China que, a su vez, los había copiado de los existentes en Corea. De la China llegaron primero a Portugal, España e Italia y algo más tardíamente a Inglaterra, Francia y otros países europeos. 

- Los abanicos confeccionados con plumas de avestruz y pavo real eran muy apreciados en el viejo Egipto, donde se consideraban símbolo de poder y que únicamente podían ser utilizados por el faraón y su familia. 

- Entre los obsequios que el emperador Moctezuma le envió a Hernán Cortes había seis abanicos de plumas de aves multicolores, montados sobre varillas con incrustaciones de oro. 

- A partir de 1865 floreció el negocio de cría de avestruces con el fin de proporcionar sus plumas a los fabricantes de abanicos. En el tiempo de la muda, se guardaban las de la parte de la cola y del extremo de las alas que son las mas llamativas: blancas y negras las de los machos y grises y beiges las de las hembras. 

- Hasta 1939, en la Corte de Inglaterra, fue obligatorio para las damas el uso del abanico en recepciones y actos oficiales.

- En la celebre tumba de Tutankamon se encontraron dos bellos ejemplares de abanicos.

- La invención del abanico plegado,  nació de la observación cuidadosa de las alas plegadas de un murciélago por parte de un humilde artesano de abanicos.

- Isabel I de Inglaterra (1533-1603) se hacia retratar en abanicos.

- En el Siglo XVIII se crea en Valencia el Gremio de Maestros Abaniqueros siendo el único gremio de productores de abanicos que existe en el mundo.

- En la actualidad en Valencia se concentra mas del 95 % de la producción de abanicos.

El arte del abanico es el arte del movimiento y cada movimiento ha ido constituyendo su propio significado.

Hoy en día podemos hablar del lenguaje de los abanicos, un lenguaje que se transmite de generación en generación y que no es fácil de conocer. Las mujeres se comunicaban con sus enamorados mediante un código secreto que existía en cada movimiento del abanico. 

Cuando las damas del siglo XIX y principios del XX iban a los bailes eran acompañadas por su madre o por una señorita de compañía, con el fin de que éstas velasen por su comportamiento. Las señoritas de compañía eran muy celosas en el desempeño de la labor que se les encomendaba por lo que las jóvenes tuvieron que inventarse un medio para poder comunicarse con sus pretendientes y pasar desapercibidas. Para ello usaban su abanico de diferentes maneras de modo que éste les servía de instrumento para pasar mensajes al galán que las cortejaba. 

No se sabe a ciencia cierta en que momento surgió éste lenguaje tan particular, pero ya a finales del siglo XVII y principios del XVIII se utilizaba entre las mujeres españolas, tal como lo atestiguan las investigaciones del poeta inglés Joseph Addison (Milton 1672-Kensington 1719) que viajó por Andalucía con la intención de estudiarlo. Era polígrafo y su trabajo consistía en recopilar datos sobre lenguajes secretos, distintos al escrito tradicional y que, por consiguiente, solo fueran inteligibles para quienes conocieran las claves del mismo. Quedó sorprendido de su amplitud y complejidad, pues no poseía un método unitario, sino que adoptaba modos distintos en lugares y núcleos de población diferentes: no era lo mismo en Sevilla que en Cádiz, ni se utilizaba igual en Málaga que en Huelva. Encontró, sin embargo, siete movimientos que se repetían de igual manera en todos los sitios donde llegó. Quizás era el último rescoldo de un lenguaje primitivo. 

Pudo constatar que los hombres, al igual que las mujeres con sus abanicos, podían también comunicarse secretamente realizando movimientos simples con sus bastones e imperceptibles para los no iniciados. He podido encontrar hasta 80 (seguro que hay más) posturas diferentes con las que poder "hablar" utilizando el abanico, pero tengo serias dudas sobre la autenticidad de muchas de ellas a las que solo les confiero el valor de la imaginación de quien las ideó.



- Si mira al joven sugestivamente cubriéndose la boca con el abanico, significa que le está enviando un beso, y obviamente, el joven sabe que él es el escogido.

- Si la dama se abanica sobre el pecho lentamente, significa: "Soy soltera, no tengo novio".

- Si mueve el abanico en movimientos cortos y rápidos sobre su pecho: "Estoy comprometida o tengo novio, sigue tu camino".

- Si abre y cierra el abanico y lo pone en su mejilla, le indica al joven: "Me gustas".

- Si coloca el abanico en su sien y mira hacia arriba: "Pienso en ti de noche y día".

- Si sospecha que su amado le es infiel o lo ve hablando con otra joven, se toca la punta de la nariz con el abanico, indicándole: "Algo no me huele bien".

- Si camina impaciente de lado a lado golpeando la palma de su mano con el abanico: "Ten cuidado, cariñito, se acerca alguien".

- Si abre y cierra el abanico y señala hacia el jardín: "Espérame allí mi amor, pronto estaré junto a ti".

- El abanico colocado cerca del corazón: "Has ganado mi amor".

- Cerrar el abanico tocándose el ojo derecho: "Cuando podré verte".

- El número de varillas muestran la contestación a una pregunta: "A que hora".

- Hacer movimientos amenazadores con el abanico cerrado: "No seas tan imprudente".

- Abanico medio abierto presionado sobre los labios: "Puedes besarme".

- Las dos manos juntas sujetando el abanico abierto: "Olvídame".

- Cubrirse la oreja izquierda con el abanico abierto: "No reveles nuestro secreto".

- Esconder los ojos detrás del abanico abierto: "Te quiero".

- Cerrar un abanico, totalmente abierto lentamente: "Prometo casarme contigo".

- Acercar el abanico alrededor de los ojos: "Lo siento".

- Tocar con el dedo la parte alta del abanico: "Desearía hablar contigo".

- Dejar el abanico descansado sobre la mejilla derecha: "Si".

- Dejar el abanico descansado sobre la mejilla izquierda: "No".

- Abrir y cerrar el abanico varias veces: "Eres cruel".

- Descender el abanico: "Seremos amigos".

- Abanicarse lentamente: "Estoy casada".

- Abanicarse rápidamente: "Estoy comprometida".

- Poner el abanico sujetándolo sobre los labios: "Bésame".

- Abrir totalmente el abanico: "Espérame".

- Situar el abanico detrás de la cabeza: "No me olvides".

- Situar el abanico detrás de la cabeza con el dedo extendido: "Adiós".

- Situar el abanico delante de la cara con la mano derecha: "Sígueme".

- Situar el abanico delante de la cara con la mano izquierda: "Estoy deseosa de sus conocimientos".

- Mantener el abanico sobre la oreja izquierda: "Deseo deshacerme de ti".

- Mover el abanico alrededor de la frente: "Has cambiado".

- Dar vueltas al abanico con la mano izquierda: "Nos están viendo".

- Dar vueltas al abanico con la mano derecha: "Quiero a otro".

- Llevar el abanico abierto en la mano derecha: "Eres demasiado ferviente".

- Llevar el abanico abierto en la mano izquierda: "Vamos, y me cuentas".

- Mover el abanico entre las manos: "Te odio".

- Mover el abanico alrededor de la mejilla: "Te quiero".

- Entregar el abanico cerrado: "¿ Me quieres ?".

- Pasar el abanico sobre la frente: "No me olvides".

- Un vistazo desde el balcón, mientras se están abanicando: "Espera, que ahora bajo".

- Abanicarse y cerrar las contraventanas del balcón: "No me dejan salir".

- Contar las varillas del abanico: "Quiero hablarte".

- Pasarse el abanico de una mano a otra: "Sé que estás mirando".

- Cerrarlo rápidamente: "Estoy celosa".

- Golpear un objeto con el abanico: "Estoy impaciente".

- El abanico sobre el cabello: "Me acuerdo de ti".

- Posarle sobre los labios momentáneamente: "Ten cuidado, puede que te vean".

- El abanico sobre los labios: "Dudo de ti".

- Abanico en la mano izquierda: "Estoy comprometida".

- Varillaje en los labios : "Bésame".

- Pasar el abanico por los ojos: "Lo siento".

- Quitarse los cabellos de la frente: "No me olvides".

- Abanico en mano izquierda: "Deseo conocerte".

- Abrirlo despacio: "Espérame".

- Abrirlo y cerrarlo: "Eres Cruel".

- Apoyarlo sobre la mejilla derecha: "Si".

- Apoyarlo sobre la mejilla: "No".

- Cogerlo con el dedo meñique: "Adíos".

- Abrirlo y taparse la boca: "Estoy sola".

- Moverlo con la mano derecha: "Quiero a otro".

- Apoyar el abanico en los labios por su parte inferior: "Peligro, hay gente alrededor". 

- Apoyar el abanico en los labios por su parte superior: "Dudo de ti".

- Pasarlo por la frente: "No me olvides".

- Asomarse al balcón abanicándose: "Espera, ahora bajo".

- Pasar un dedo por las varillas o abrir tres varillas sólo:"Te quiero más cada día".

- Abanico cerrado y suspendido en la mano izquierda: "Estoy comprometida". 

- Abanico cerrado y suspendido en la mano derecha: "No Estoy comprometida". 

- Tocarse el pelo con el abanico: "Me acuerdo de ti".

- Balancear deprisa el abanico: "Te quiero mucho". 

- Cerrarlo precipitadamente: "Estoy celosa". 

- Dejarlo caer: "Soy tuya ".  

- Cubrirse parte del rostro con el abanico: "Nos vigilan".

- Contar las varillas: "Deseo hablarte". 

- Pasar el abanico de una mano a otra: "Sé que miras a otra".

- Golpear un objeto con el abanico: "Estoy impaciente".

- Si coloca el abanico en su sien y mira hacia arriba: "Pienso en ti de noche y día".

- Si aparentando mareo y con el abanico se cubre la cara: "Déjeme en paz; es usted demasiado feo".

- Pegar con el abanico en los objetos de enfrente: "Estoy impaciente por causas que no me explico".

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